SOPA DE PIEDRA

Los días en casa van cayendo… Un día más, un día menos ¿Cómo lo lleváis?

Nosotros en casa lo llevamos… no sabría como contestar. En función de en qué momento del día me preguntes te podría decir una cosa ????.

Intento estar más ocupada que preocupada.

¿Y en qué me ocupo? En varias cosas: en encontrar soluciones a los temas económicos, en planificar para el futuro tanto las cosas de la empresa como las cosas familiares, cocino (la repostería la he abandonado porque ya no hay levadura en el súper, y como vamos una sola vez a la semana pues es casi como que te toque la lotería????), hago algo de ejercicio…

Esta situación es la releche, y estar tomando decisiones superimportantes, de un día para otro y sin casi información o con una información que cambia cada día es la mar de complejo. Este coronavirus nos está entrenando para la incertidumbre pero bien. El bichito es la Eva Nasarre que te obliga a ponerte en forma.

Es una situación en la que da igual si eres empresario o si eres asalariado; todos estamos en el mismo barco. Mi opinión es que, las empresas tendrán más oportunidades de mantenerse a flote, si todos sus ocupantes consiguen equilibrar fuerzas, achicar el agua entre todos, y remar. Creo que cuanto más pensamiento colectivo tengamos mejor nos irá, y el que piense sólo en uno mismo e intente salvar el culo, ni se salvará, ni contribuirá a que el barco siga a flote.

Opino así, y creo que las únicas acciones que en este momento me hacen sentir bien son las colectivas. No significa que no piense en mí y en mi familia, pienso en ellos y en mi empresa, y en las personas de mi equipo que están en la misma cuerda floja que yo. Significa que no sólo pensemos en nosotros sino que «abramos periferia» y pensemos en global, en lo colectivo y en lo que podemos hacer para contribuir… Y cuando ya he hecho algo, no parar ahí y pensar en… ¿y ahora qué hago más?

Llevamos toda la semana intentando mantener el equilibrio. La semana pasada regalamos dos cursos y hubo muy buena acogida. Es nuestra manera de contribuir, para que podamos mantener las cabezas ocupadas en algo productivo para el futuro. Y pensamos… ¿y ahora qué hago más? Regalamos más cursos? Tampoco creo que sea la solución porque, al igual que los que venden productos físicos, nosotros que vendemos formación, no creo que tenga que ser todo un regalo. Pero tampoco nos sentíamos cómodos mandando toda la información de nuestras formaciones ya que casi todos estamos en la misma situación, sobre todo los empresarios: cero facturación y montones de facturas que pagar, seguros sociales, cupón de autónomos… y suma y sigue.

Así que hemos diseñado el programa: fórmate ahora y paga más tarde. 

Es un programa basado en la confianza. Si quieres formarte, puedes hacerlo ahora que tienes tiempo y pagarlo cuando puedas hacerlo.

Cuando se me ocurrió lo primero que me vinieron a la cabeza fueron los miedos: ¿y si no pagan? ¿y si es mucho trabajo? A nivel logístico es una locura… ¿merece la pena embarcarse en esto?

Pero siento que es lo que quiero hacer en este momento. Y si alguien quiere seguir formándose, nosotros vamos a ofrecer esta manera. Y si a alguien no le parece bien me da igual, y si a alguien le parece bien para eso lo hemos hecho.????

Llevamos dos días a tope con la logística y el lunes creo que ya lo tendremos todo.

Para despedirme os dejo un cuento que me gusta mucho desde hace años, el de la SOPA DE PIEDRA, que va de todo esto.

«Un viajero iba pidiendo por las casas algo para comer. Llegó a casa de unos campesinos, pero allí no le quisieron dar nada. Así que como era la hora de comer y el viajero estaba bastante hambriento, dijo:

– Pues me voy a hacer una sopa de piedras riquísima.

Ni corto ni perezoso cogió una piedra del suelo, la limpió y la miró muy bien para comprobar que era la adecuada, la piedra idónea para hacer una sopa. Los campesinos comenzaron a reírse del viajero. Decían que estaba loco, que vaya chaladura más gorda. Sin embargo, el viajero les dijo:

– ¿No me digan que no han comido nunca una sopa de piedra? ¡Pero si es un plato exquisito!

-¡Eso habría que verlo, viejo loco! –dijeron los campesinos.

Enseguida lavó la piedra con mucho cuidado en la fuente que había delante de la casa y dijo:

-¿Me pueden prestar un caldero? Así podré demostrarles que la sopa de piedra es una comida exquisita.

Los campesinos se reían del viajero, pero le dieron el puchero para ver hasta dónde llegaba su chaladura. El viajero llenó el caldero de agua y les preguntó:

-¿Les importaría dejarme entrar en su casa para poner la olla al fuego?

Los campesinos lo invitaron a entrar y le enseñaron dónde estaba la cocina.

-¡Ay, qué lástima! –dijo el viajero-. Si tuviera un poco de carne de vaca la sopa estaría todavía más rica.

La madre de la familia le dio un trozo de carnea. El viejo la echó en la olla y removió el agua con la carne y la piedra. Al cabo de un ratito probó el caldo:

-Está un poco sosa. Le hace falta sal.

Los campesinos le dieron sal. La añadió al agua, probó otra vez la sopa y comentó:

-Desde luego, si tuviéramos un poco de berza, los ángeles se chuparían los dedos con esta sopa.

El padre, burlándose de él, le dijo que esperase un momento, que enseguidita le traía un repollo de la huerta y que para que los ángeles no protestaran por una sopa de piedra tan sosa le traería también una patata y un poco de apio.

Desde luego que eso mejoraría mi sopa muchísimo -le contestó el viajero.

Después de que el campesino le trajera las verduras, el viejo las lavó, troceó y echó dentro del caldero en el que el agua hervía ya a borbotones.

-Un poquito de chorizo y tendré una sopa de piedra digna de un rey.

-Pues toma ya el chorizo, mendigo loco.

Lo echó dentro de la olla y dejó hervir durante un ratito, al cabo del cual sacó de su zurrón un pedacillo de pan que le quedaba del desayuno, se sentó en la mesa de la cocina y se puso a comer la sopa. Ofreció a todos los habitantes de la aldea y todos compartieron y comieron una fantástica sopa de piedra»

Un abrazo y feliz día!